TODOS SOMOS GENTE DE LA CALLE
En la Plaza del Lector, al aire libre, sorprende una muestra de retratos callejeros impresos en lona vinílica. Su autor, Luis Abadi, busca masividad y esquiva el circuito de galerías y museos.
Calladito, caminando por las calles de la ciudad con su cámara digital en mano, Luis Abadi (Buenos Aires, 1975) ha capturado una maravillosa muestra de la fauna humana de Buenos Aires: viejas maquilladas, abrigadas en ostentosas pieles; monjas discretas; camioneros sindicalistas devorando choripanes; corpulentos hombres de negocios navegando a pie por el Microcentro; peatones con paraguas luchando contra el viento; ciclistas con caras serias; guardias bigotudos y sonrientes; manifestantes políticos; hinchas de fútbol; obreros hundidos en pozos; policías con miradas tiernas y desafiantes.
Lo más interesante de la muestra de retratos callejeros —titulada, justamente, La calle te saca una foto— es que se encuentra en la calle misma. Las fotos están montadas al aire libre, contra la larga pared de ladrillos —cubierta de enredaderas verdes— de la Plaza del Lector, detrás de la Biblioteca Nacional.
Abadi mismo inventó la idea de montar la muestra en la Plaza. «Tanto como iba por la calle buscando fotos, cuando se me ocurrió hacer la muestra fui por la ciudad buscando un lugar para exponerlas.» Consiguió la aprobación de Horacio González, el director de la Biblioteca Nacional, sin grandes demoras.
La técnica de las copias tiene un propósito pragmático pero también ideológico. Dice Abadi: «La idea es tomar el formato de difusión masiva desarrollado por la publicidad y emplear esa potencia en favor del arte. Las piezas están copiadas en lona vinílica —explica— e impresas con tintas al solvente. Esto las hace impermeables y resistentes, tal como muchos de los carteles publicitarios modernos. Lo que pasa es que las imágenes publicitaria que nos invaden con intenciones de consumo están en la vía pública al alcance de todos. Nos inventan a un mundo fingido y llega sin pedir permiso. El arte esta guardado en salas y galerías al alcance de pocos. Tiene barrera de entrada. Yo quise acercarle mis fotos a la gente para que se vean y se reconozcan. Quería llevar el arte a la calle.»
La entrada a la muestra es libre y gratuita. Su propósito según Abadi, es «llevar alegría a las personas que caminan por la ciudad.» Si van, verán que cumplió ampliamente con su meta. Las fotos provocan risas y sorpresa. Y esta no es la opinión de un crítico. En varias ocasiones vimos un público variado —adolescentes, niños, ancianos— pasando foto en foto con un entusiasmo pocas veces visto en un museo o galería de arte.
Caminando por la plaza, una tarde de la semana pasada, Abadi profundizó sobre el origen del proyecto: «Por años saque muchísimas fotos. Sentí que le saqué mucho a Buenos Aires. Entonces esto se inventó como una manera de devolver de la misma forma. De una forma abundante.