Me formé en el antiguo paradigma, el de la trampa, la mula y la ventaja. Fui educado en el arte de la guerra y la religión. Me enseñaron a discriminar y estudié el target. Estoy programado para matar. Soy fotógrafo. Cuando rompí mi caparazón conocí el un espacio telepático, certero y libre de información.
Incondicional.
A veces soy parte de la solución y otras del problema. Soy amante de la reconstrucción y de la poesía. Destruyo. Me gusta correr desesperadamente, pero más me gusta volver. Porque en el retorno están las respuestas. Soy un puente. A veces roto. Soy el presente.
Me gusta jugar al mesías. Soy una mezcla de solemnidad y licencia sin límites. En mis momentos más luminosos violo la ley todas las veces que puedo.
He castigado a la tierra por lenta y me entregué a la búsqueda de lo inmediato. Me identifico con los organismos descomponedores que se alimentan de los sistemas descompuestos. No puedo dejar de sentirme un infiltrado que opera en el campamento enemigo. Voy a pagar con mi verdad, mi moneda es emocional.
Utilizo la fotografía como medio para buscar a mis semejantes. Tengo amor por la verdad. Por la evidencia. Por levantar el velo. Mi mirada es nítida en el caos. Retorno con frecuencia a mi cueva oscura, ahí siempre me espera mi antiguo prototipo. Luego, salgo a buscar luz. Cada vez que disparo, lo siento como una trasgresión. Me rehúso a decorar este mundo roto. Intento ver detrás de las apariencias.
Tengo la certeza que puedo iluminarme. La energía esta disponible para todos.
No solo para los faraones o para los sacerdotes.
Puedo hacerlo.
Que quede escrito.
Me perdone.

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